La Institucionalidad del Desarrollo

(Transcripción del discurso pronunciado por el Dr. Tomás Delaney en la presentación del II Informe de Institucionalidad Económica preparado por la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social, FUNIDES, el 10 de Marzo del 2016.)

Ningún sistema, jurídico o económico, puede funcionar de manera sostenida sin institucionalidad. Cualquiera sea el sistema de gobierno que tenga un país, cualquiera sea el modelo económico, no puede funcionar sin las instituciones apropiadas.

La institucionalidad –entendiéndola como un conjunto armónico de organizaciones, normativas, criterios y prácticas para alcanzar un fin determinado–, es lo que hace posible el funcionamiento de cualquier comunidad, sociedad o nación. Es como el mecanismo que hace posible que un motor funcione.

Una de las principales áreas de estudio e investigación que tiene FUNIDES, es el de la institucionalidad económica. Hay una preocupación de FUNIDES por fortalecer las bases del desarrollo económico y social de nuestro país.

“Las instituciones formales no son causa, sino efecto; son consecuencia. Son un reflejo de principios y valores fundamentales, cuya construcción debe comenzar desde abajo, desde la base de la sociedad.”

Y es por esta razón, que este Informe de Institucionalidad Económica que presentamos hoy, se concentra en derechos de propiedad y seguridad jurídica, aportando información actualizada.

No son los únicos temas de interés dentro del campo del desarrollo, por supuesto que hay otros temas importantes.

Pero FUNIDES ha optado por los derechos de propiedad y la seguridad jurídica, ya que aparecen mencionados recurrentemente por los sectores económicos y empresariales del país en las diversas consultas y encuestas de opinión que se han hecho.

A manera de introducción a este Informe de Institucionalidad, comenzaré diciendo que no sólo la existencia, sino la fortaleza de las instituciones, son fundamentales para el desarrollo de cualquier país. La institucionalidad no consiste únicamente en que funcionen las instituciones normativas y formales, sino que funcione el sistema mismo en su integridad.

Si, por ejemplo, queremos que el sistema de libre empresa funcione, es necesario que las políticas públicas, la actitud y gestión del gobierno, los principios y valores que se manejen, estén coordinados en función de la libre empresa.

Faltando alguna de esas condiciones, se puede lograr crecimiento y desarrollo económico, pero no es sostenible, a como ya quedado demostrado en varios países a lo largo de la historia.

En su conjunto, las instituciones se refuerzan mutuamente, pero, para que puedan ser sostenibles a mediano y largo plazo, se requiere de un entorno favorable, que sólo una institucionalidad política puede dar.

Hace unas pocas semanas, FUNIDES trajo como expositor a James Robinson, co-autor del célebre libro “Por Qué Fracasan los Paises”. En este libro, Robinson hace una reseña interesante a través de la historia, de cómo unos países salen adelante, y otros no. Robinson nos hace ver que todo depende de las instituciones, haciendo una distinción entre instituciones inclusivas (las que son favorables al desarrollo) y las extractivas (las que no lo son). Sin embargo, el mensaje de fondo que queda, es que ni la economía ni las instituciones económicas pueden funcionar, sin la existencia de un entorno político adecuado.

La Revolución Industrial que se dio en Inglaterra en el siglo XVIII, que después se expandió por Europa y el resto del mundo, no hubiera sido posible, si no hubiera existido primero al Revolución Gloriosa del siglo XVII, que creó las condiciones necesarias para el desarrollo industrial, consistentes principalmente el orden constitucional y el respeto a los derechos de propiedad. Esa revolución abolió el absolutismo, abriendo el sistema político al pluralismo y estableciendo las bases de la democracia republicana. Sin este entorno político, no hubiera podido darse el desarrollo. La Revolución Industrial inglesa fue una consecuencia lógica de la revolución política.

Otro ejemplo histórico muy ilustrativo de cómo funciona la institucionalidad del desarrollo, es el caso del extraordinario repunte económico que se dio en los Estados Unidos durante la década de los años 1920’s. El presidente Calvin Coolidge, que fue uno de los artífices de ese boom económico, decía que había dos motores fundamentales para mover la economía: la propiedad privada y la libre competencia. Y el mismo presidente Coolidge explicó estos conceptos a su manera de la siguiente forma:

Dijo que la propiedad privada no consistía tanto en el título de propiedad, sino “en la convicción íntima de que esa propiedad estaba garantizada y protegida por el Estado”. Y que la libre competencia consistía “en que no hubiera privilegios para nadie”.

Esas experiencias históricas nos enseñan que la democracia y el estado de derecho son el caldo de cultivo para el desarrollo integral. La democracia comienza de abajo para arriba. Es una actitud, una cultura. La gente tiene que hacer suyos esos valores, acostumbrarse a ellos, para que pueda lograrse una democracia estable. Y por su parte, la eficacia del estado de derecho no se mide únicamente en función de que se cumplan las leyes, sino que también se manifiesta en lo que siente la gente en el día a día, en su vida cotidiana, en sus relaciones con los demás. Se expresa a través del respeto mutuo y del orden.

Se desprende entonces que las instituciones formales no son causa, sino efecto. Son consecuencia; son un reflejo de principios y valores fundamentales, cuya construcción debe comenzar desde abajo, desde la base de la sociedad. Las instituciones, de cualquier tipo que sean, se construyen, se erigen, encima de esa base. Si la base no es sólida, las instituciones ceden. Este es el principio fundamental de la institucionalidad.

Primero se dan las condiciones, y después surgen las instituciones. De nada sirve crear una institución, si no están dadas las condiciones para que funcione.

Si hay algo en lo que esas experiencias históricas mencionadas coinciden, es que los derechos de propiedad son fundamentales para el desarrollo, y por eso la preocupación de FUNIDES en este tema.

Garantizar la propiedad privada es crucial, porque solamente quienes disfrutan de estos derechos de propiedad (posesión, disfrute y libre disposición), están dispuestos a invertir y aumentar la productividad. Hay una estrecha relación entre esa íntima sensación de seguridad en sus derechos que mencionaba el presidente Coolidge, y la productividad de un país.

Y, por otra parte, a como bien lo señala James Robinson, siempre vamos a encontrar una relación entre el entorno político (que genera las condiciones) y el desenvolvimiento de la economía.

China es un claro ejemplo de esto último. De cómo el cambio de visión del gobierno y de las políticas públicas, cambian el rumbo económico de un país. Los resultados de ese proceso de transformación económica, implementada por Deng Xiaoping a fines de la década de los 1970’s, son inobjetables. Esa transformación es producto de una clara comprensión de esa relación entre entorno político y desarrollo económico, expresada en la conocida frase de Xiaoping: “Ni la planificación es patrimonio del socialismo, ni el mercado es patrimonio del capitalismo. Se trata de tomar lo mejor de cada sistema.”

Xiaoping y sus aliados planearon una especie de revolución política que cambiaría radicalmente el liderazgo y la dirección del Partido Comunista chino, que conllevó a las reformas económicas. Fue así la política lo que determinó que se pasara del comunismo a las iniciativas del mercado, lo cual transformó la economía china convirtiéndola en la segunda potencia mundial.

Por otra parte, y regresando aquí a Nicaragua, hay algo que no podemos pasar por alto. Debemos estar conscientes de que estamos en la coyuntura de un cambio de era. Estamos pasando de la era industrial a la era llamada “del conocimiento”.

Esta es una de las razones por las que, a veces, algunas de nuestras instituciones no funcionan. Porque están desajustadas, no están actualizadas. Las instituciones políticas normalmente se quedan rezagadas, porque son lentas por naturaleza para evolucionar. Sucede en todos los países, no sólo en Nicaragua. Un país pequeño como el nuestro, que más bien somos copiadores, no tiene la capacidad de dar ese salto institucional, no estamos en capacidad de hacer reformas estructurales bruscas.

Para concluir, queremos dejar claro, no sólo la importancia de la institucionalidad, sino de la clase de instituciones que se necesitan. Que debemos revisar nuestros sistemas institucionales para ajustarlos a los tiempos, pero que también, debemos ser cautelosos con las innovaciones.

Y, más importante aún, queremos resaltar la importancia de los derechos de propiedad y de la seguridad jurídica a lo largo de la historia. Y que siguen siendo fundamentales para el desarrollo económico y social de los países.