Los Nombres de Dominio y su Protección en Materia de Propiedad Intelectual

Un nombre de dominio es la forma amigable de una IP address, o dirección de protocolo de internet, que permite a los usuarios ubicar y acceder a la página web de una compañía en internet. (La verdadera dirección técnica de protocolo de internet es una secuencia numérica que se mantiene invisible a los visitantes.) Los nombres de dominio se componen de dos niveles: el Second-Level Name, o Nombre de Segundo Nivel (como “Google”, “Yahoo” o “Netflix”) y el Top-Level Domain, o Dominio de Máximo Nivel (como “.com”, “.org” o “.net”). Es el Nombre de Segundo Nivel el que escoge el titular del sitio, y lo que se convierte en el identificador y promotor de la compañía en internet. Por tanto, la selección de un nombre de dominio en última instancia se convierte en una decisión de negocios importante.

El internet hoy en día es mucho más que un simple instrumento de comunicación y entretenimiento. A nuestro criterio, ya se ha convertido en la principal fuente de información para los negocios, y en un medio para ejercer el comercio y hacer publicidad, y para llevar a cabo actividades mercantiles en un mundo interconectado. Por lo tanto, el nombre de dominio no solamente sirve como una dirección para brindar acceso al sitio web de una compañía, sino que también distingue productos y servicios específicos, al igual que identifica al negocio como tal. Bajo esta premisa, el rol del nombre de dominio se acerca al de una marca de fábrica o servicio y, como tal, el nombre de dominio también debe ser único y distintivo, y su uso debe ser exclusivo al utilizarse en conexión con un negocio.

“Al igual que con las marcas de fábrica o servicio y demás propiedad intelectual, los nombres de dominio se están convirtiendo en activos importantes para las compañías y pueden agregar valor considerable a la operación.”

Bill Gates, el fundador de Microsoft, al referirse a la creciente presencia de empresas comerciales en la red y el rol central del internet en los negocios de hoy en día, una vez dijo que “…los dominios tienen e incrementarán su valor más rápido que cualquier otro producto jamás conocido por el hombre.” Al igual que con las marcas de fábrica o servicio y demás propiedad intelectual, los nombres de dominio se están convirtiendo en activos importantes para las compañías y pueden agregar valor considerable a la operación.

Más aún, tal a como es el caso con las marcas de fábrica o servicio, los nombres de dominio también pueden ser objeto de infracciones y demás violaciones en materia de propiedad intelectual. Una práctica se llama cybersquatting, o allanamiento cibernético, que ocurre cuando personas inescrupulosas registran las marcas de fábrica o servicio, o los nombres comerciales de terceros como sus propios nombres de dominio, con el único propósito de obtener dinero de los legítimos titulares o provocar confusión entre los consumidores. Por lo que, al igual que con la demás propiedad intelectual, el registro y protección de los nombres de dominio se convierten extremadamente importantes para negocios con una fuerte presencia en internet.

Aunque las leyes marcarias en algunos países reconocen a los nombres de dominio como propiedad intelectual, y ofrecen cierto grado de protección (tal es el caso de la Ley de Marcas y Otros Signos Distintivos de Nicaragua), el registro a nivel local en estos países no puede ofrecer protección en todo el mundo. Cualquier disposición o recurso que puedan establecer para proteger los nombres de dominio de sus nacionales se limitan a su propia jurisdicción. Por tanto, los efectos prácticos usualmente se ven limitados a proteger nombres que llevan Dominios de Máximo Nivel con Códigos de Países, tal como “.com.ni” para Nicaragua, o “.com.mx” para México, dado que las autoridades a cargo del registro de estos Dominios de Máximo Nivel con Códigos de Países están domiciliadas localmente dentro de cada país, y sujetas a la jurisdicción de sus tribunales. ¿Pero qué pasa en los casos de infracción a los Dominios de Máximo Nivel genéricos: el simple “.com” o “.net”?

Ninguna ley nacional de marcas es capaz de proteger marcas de fábrica o servicios en todos los países del mundo, y mucho menos nombres de dominio cuyo uso o violación se hace exclusivamente en el ciberespacio. Dada la naturaleza sin fronteras y el alcance internacional del internet, los nombres de dominio se asignan y manejan por medio del Sistema de Nombres de Dominio, que es una base de datos global administrada por la Corporación de Internet para Nombres y Números Asignados (CINNA). Con apoyo de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI), la CINNA ha tomado medidas para el registro y protección de nombres de dominio a nivel global: un sistema riguroso de inscripción para verificar que los nombres de dominio no estén siendo duplicados en la base de datos de CINNA; una base de datos públicamente accesible de todos los nombres de dominio registrados y sus titulares, que permite realizar búsqueda de antecedentes antes de comprar el registro; una política de solución de controversias que permite que los nombres de dominio sean protegidos en un proceso arbitral auspiciado por la OMPI y por CINNA; y promoviendo la armonización de las legislaciones en los distintos países para asegurar el reconocimiento mutuo y la cooperación en la protección de los nombres de dominio como propiedad intelectual a nivel mundial.

Aunque los conflictos de leyes entre los distintos países y los altos costos de llevar un proceso dentro del mecanismo de solución de controversias de la CINNA y la OMPI todavía hace que iniciar acciones en contra de infractores sea algo complicado, ha habido avances significativos en el reconocimiento de los nombres de dominio como propiedad intelectual y en establecer recursos para asegurar su protección adecuada. Y a medida que el internet se convierte cada vez más en la plataforma central para el intercambio de bienes, servicios e información de negocios, podemos esperar aún más desarrollo orientado a brindar a los nombres de dominio total protección a nivel global, a la par con las marcas de fábrica o servicio, y demás propiedad intelectual tradicional.