(Transcripción del discurso pronunciado por la Dra. Anne Marie Delaney como oradora principal en la Ceremonia de Premiación de Honores Académicos para el II Semestre del 2016 de Keiser University Latin American Campus, el 29 de Septiembre del 2016.)
Buenos días,
Sr. Anderson, Presidente de Keiser University Latin American Campus; Sr. Arróliga, Decano Académico; Srta. Granja, Decana de Estudiantes; Padre Robert Rindos, Capellano de la Universidad; Estimada Facultad; Colaboradores Dedicados; Honorables Estudiantes; Apreciados Padres de Familia; Familiares y Amigos,
Me siento genuinamente honrada de poder hablar con ustedes el día de hoy al celebrar los logros académicos de tantos de nuestros alumnos. First of all, I would like to give a special welcome to all the parents and family members who are here with us. Your presence here today is a symbol of the constant and unconditional support that you give to your children daily. Y para aquellos estudiantes cuyos padres o familiares no pudieron estar aquí el día de hoy, por cualquier motivo, no se preocupen, ustedes tienen a su familia de Keiser sentada aquí mismo, quienes también les apoyan incondicionalmente hoy y todos los días.
Una de las cosas que pregunto a cada estudiante el primer día de clases es qué nota se quieren sacar en el semestre. ¿Qué creen que dice la mayoría? Sí, naturalmente, todos quieren sacar “A”. Esta “A” dicha por tantos estudiantes es una de las formas de medir la Excelencia Académica. La clave, como todos saben, es cumplir exitosamente con todas las tareas asignadas para sacarse esa “A”. Por supuesto, los estudiantes en las Listas de Honor del Decano y del Presidente han encontrado la forma de lograrlo. Pero, si eres un estudiante que no estará recibiendo un reconocimiento el día de hoy, por favor no te sientas desanimado. La clave es no rendirse. Algunas de mis anécdotas favoritas sobre la perseverancia que conlleva a la excelencia académica son de estudiantes que reprobaron alguna de mis clases pero sacaron una “A” cuando volvieron a tomar el curso por segunda vez. La perseverancia y la tenacidad son elementos cruciales para la excelencia académica y el éxito.
“Es posible, que muchas veces en nuestro rápido mundo, repleto de cosas que equivocadamente aclamamos como importantes [ … ] perdamos el aprecio de lo que verdaderamente tiene valor. Olvidamos sentirnos agradecidos por las oportunidades que se nos han brindado o por los privilegios de los que gozamos.”
Recuerdo una vez en particular cuando yo estaba estudiando mi maestría en Inglaterra. Estaba en medio de mis exámenes finales. Tenía apuntes, artículos, libros y casos regados por todo el piso de mi pequeño, pequeño apartamento mientras trataba de darle sentido específicamente al Derecho Económico Internacional. Me sentía frustrada, irritada, cansada, nostálgica y estaba lista para darme por vencida. Cuando te sientes así ¿cuál es una de las primeras llamadas que haces? Por supuesto, ¡a tu mamá! Este cuento es anterior al Whatsapp, Skype y Facetime; así que, levanté el teléfono — y sin importarme el costo de la llamada de larga distancia a Pittsburgh — llamé nada más y nada menos que a mi dulce y bondadosa madre. Después de explicarle lo que – por lo menos en mi mente – era una lucha profunda de vida, como cualquier hija buscaba simpatía y que me escuchara y que me calmara con palabras dulces y empáticas de ánimo. Híjole, sí que me esperaba una sorpresa. No fue nada como, “Oh, pobrecita, yo sé que tu puedes.” “Eres inteligente, lo vas a lograr.” Me dijo, “Annie… ¡aguántate!” ¡Estaba aturdida! ¿Eso era todo? ¡¿Eso es lo mejor que me podía ofrecer?! Aquí entre nos, me sentí dolida y decepcionada que eso era todo lo que me podía decir. Pero ahora, retrayéndome a esa conversación y a esos exámenes, a pesar de lo que pude haber pensado en el momento, ella me dio el mejor consejo y lo llevo siempre conmigo. Ella sabía que yo tenía que seguir trabajando y dedicarme; ella sabía que el tema era más un asunto de propósito y tenacidad más que de escolaridad; ella sabía que la clave era nunca darme por vencida.
Me parece que este es el caso para muchos de nuestros estudiantes. Si no tuvieran el nivel básico de inteligencia y de capacidad para ser exitosos académicamente aquí en Keiser, ni siquiera hubieran sido admitidos para empezar. Lo que será un tema durante sus vidas académicas, sin embargo, es su determinación, su propósito y su perseverancia. Así que, durante las largas noches, las levantadas tempranas, los trabajos en grupo, los temas complicados o cualquiera que sea el reto, la clave es siempre continuar intentando y no rendirse nunca, sin importar lo difícil que las cosas parezcan en el momento.
Y, si sienten que necesitan de un impulso adicional cuando se encuentren en una situación como en la que yo estaba, con gusto les doy el número de mi mamá.
Es posible, que muchas veces en nuestro rápido mundo, repleto de cosas que equivocadamente aclamamos como importantes (Facebook, Snapchat, el nuevo video de gatitos en Youtube), perdamos el aprecio de lo que verdaderamente tiene valor. Olvidamos sentirnos agradecidos por las oportunidades que se nos han brindado o los privilegios que hemos obtenido. Viniendo de los Estados Unidos, donde la educación no es un derecho consagrado en la Constitución, yo creo que su posición como estudiantes aquí en Keiser debería ser una oportunidad por la cual ustedes, verdaderamente, deberían de dar gracias. Aún en Nicaragua, donde el derecho a la educación pública está garantizado por la Constitución, la oportunidad de estudiar en Keiser es una de privilegio, no de derecho. Esto es algo que ustedes deberían valorar y por lo que deberían sentirse agradecidos y nunca tomarlo a la ligera. En mis clases, e imagino que en las clases de todos los profesores aquí presentes, creemos que es nuestro deber retarlos a dar lo mejor de sí mismos. Hay muchos, sino la mayoría, de estudiantes que están a la altura: completan sus tareas a tiempo y de forma dedicada; asisten a clases; participan; siguen instrucciones y le sacan provecho a sus clases y a su experiencia académica. Al hacer esto, ponen en evidencia su valoración a su cupo en la clase y a su posición privilegiada de estudiar en Keiser, y le rinden homenaje al apoyo de su familia y validan el sacrificio del costo de matrícula.
Desafortunadamente, hay momentos en que alumnos no asisten a clases o no completan sus tareas o dejan de mostrarle respeto a sus compañeros en un trabajo en grupo. Yo he sido testigo de esto. Lo cierto es que esta actitud lánguida e indiferente es decepcionante para un profesor. Yo, en ocasiones, hasta he negado a alumnos la oportunidad de ingresar al aula cuando de forma reiterada no cumplen con las asignaciones previas en preparación a la clase. ¿Por qué hago esto? Lo hago para que los alumnos que sí hicieron el esfuerzo, que sí estuvieron a la altura, que sí valoran el privilegio de sentarse en nuestras aulas, no se vean atrasados por aquellos que no. ¿Por qué las faltas de un estudiante de cumplir con sus tareas son tan molestas para mí en lo personal? La respuesta es sencilla: Pienso en los jóvenes que darían cualquier cosa por estar matriculados aquí en Keiser; pero, por razones económicas o académicas, no pueden. Y, para mí, cuando uno de nuestros alumnos es apático con sus estudios, simplemente no es más que una muestra de la falta de apreciación al privilegio de cursar su educación superior en esta institución. Y, solo ahonda al pesar de la triste realidad de aquellos que nunca tendrán este privilegio. Así que, por favor, estimados alumnos, nunca dejen de valorar y agradecer la bendición que tienen de ser estudiantes aquí. Tengan presentes a aquellos que nunca tendrán las oportunidades que ustedes tienen. Rindámosle homenaje a ellos no perdiendo el tiempo en las clases o menospreciando este privilegio.
Ciertamente cuando pensamos en la excelencia académica, la medimos por ciertos estándares particulares. En el caso de los alumnos que celebramos aquí el día de hoy, el nivel de excelencia académica que aplicamos es un promedio de notas que oscila entre 3.6 y 4.0. Los felicitamos por ese éxito, ya que no hay que menospreciarlo. Y seguro que el semestre pasado tuvo sus retos y, claramente, ustedes lograron vencerlos – aunque lo hayan hecho sin una llamada “de aliento” de mi mamá. Habiendo dicho eso, no sería correcto asumir que esos desafíos se limitaron solamente al aspecto académico. Todos tenemos asuntos no-académicos que enfrentar. Lo que adquiere importancia es como alcanzar y mantener la excelencia académica mientras se debe lidiar con temas familiares, temas económicos, temas con amigos, etc. Esto no es fácil. Lamentablemente, estas luchas de la vida diaria no desaparecen después de la graduación y saber lidiar con ellas será esencial para su excelencia profesional también. Así que, para aquellos de ustedes a quienes estamos reconociendo hoy por su excelencia académica, les felicitamos aún más si han alcanzado este éxito enfrentando retos de una naturaleza no-académica.
Mucho de ustedes han adoptado un papel de padre para sus hermanos, o trabajan fuera de sus clases para mantenerse o a sus familias, o están apoyando a sus padres con sus propias luchas, o han asumido el desafío de convertirse en padres de familia ustedes mismos o han luchado contra la adicción o la depresión. No podemos pretender que estas pruebas en la vida no existen o que nuestros queridos alumnos son inmunes a ellas. Más bien, lo que aspiramos a hacer es brindarles las herramientas para enfrentar estos obstáculos, lidiar con ellos y vencerlos. Y a medida en que aparezcan, lo más que podemos hacer es intentar, lo mejor que podamos, por balancear nuestras responsabilidades personales con las académicas y profesionales.
Yo soy la primera en reconocer que esto es difícil. Durante mi primer mes en la facultad de Derecho en la Universidad de Duquesne en Pittsburgh, mi padre se enfermó de gravedad. Estuvo en coma por más de un mes y sus médicos no estaban seguros si iba a sobrevivir. Lógicamente, para poder estar con él y con mi familia, falté a una semana de clases. Aunque la mayoría de mis profesores fueron comprensivos, el Profesor Barker, mi profesor de Procedimiento Civil, tuvo otra reacción. Cuando lo busqué en su oficina, me miró y dijo, “¿Una semana de clases? Bueno, yo no sé cómo vas a poder recuperarte de eso. Deberías pensar en abandonar los estudios inmediatamente.” ¡No podía creer que esta fue la respuesta que me dio! Y, por primera vez en mi vida, me quedé completa y absolutamente sin palabras. Con todos los problemas no-académicos que tenía en el momento, lo último que necesitaba era el estrés y la preocupación adicional de salirme de la universidad. A pesar del consejo del Profesor Barker, decidí quedarme estudiando. Mi nivel de excelencia académica no estaba a la altura del rendimiento al que me acostumbré estudiando mi licenciatura; pero, con todo lo que tuve que enfrentar en esos tres años – trabajado medio tiempo, lidiando con la discapacidad de mi padre, ayudando a mi madre – de algún modo, de alguna forma, por la gracia de Dios, me gradué. En retrospectiva, graduarme de la facultad de Derecho fue uno de los obstáculos más desafiantes – académico u otro – que he enfrentado en mi vida. Y, aunque no me gradué Magna Cum Laude, fue un éxito académico porque logré encontrar el balance entre mis responsabilidades académicas y mis obligaciones familiares.
Así que, a aquellos estudiantes que luchan con dificultades a nivel personal, hagan lo mejor que puedan para encontrar ese balance. Sepan que, aunque no estén en la Lista de Honor del Presidente o del Decano todos los semestres, y hasta pueden redefinir lo que significa tener éxito académicamente, sus logros siempre merecen ser reconocidos y merecen ser aplaudidos.
Entonces, me tomó una última oportunidad para felicitar a nuestros estudiantes de honor del día de hoy. No hay duda que ellos han encontrado ese balance entre su vida personal y sus estudios, que han perseverado ante los desafíos de sus clases y que valoran realmente su posición como alumnos en la Universidad de Keiser. Todos nosotros estamos muy orgullosos de ustedes.
Felicidades.